viernes, 13 de mayo de 2016

Las curvas de la botella



Quizá empezó a beber

por una llaga disfrazada de mujer

que le dejó a su suerte,

 sin la copa cárnica de sus caderas

inyectándole con sus fríos ojos el sucio anhelo

del alcohol.

Ella agarró con las uñas todo lo que él amaba suyo,

supongo.

Cogió los párpados y los metió en la misma bolsa

que los pechos y el corazón,

que los pulmones y los ojos y las piernas

y las axilas.

Se echó la bolsa al hombro y echó al hombre un beso

que,por calidad de último,tal vez lo mató.

Imagino que entonces el alma masculina

quedaría tristemente anclada en el lugar donde estuvo la bolsa

con los párpados,el pecho,y todo aquello,

y aburrida abrió una botella,juntó su boca con la boca de vidrio

y la besó.

Cuando acabó de besarla estaba tan enamorado

que se prometió a sí mismo que nunca haría

lo que habían hecho con él,

y abrazando románticamente a aquella primera botella vacía

le susurró: "nunca te abandonaré".


María Míguez.



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